Este blog busca difundir algunas fuentes de la obra vygotskiana publicada en español, así como traducir algunos artículos editados en revistas y libros o bajados de la red; todo relacionado con Vygotski.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Maidanskiy

 

 

Controversia y puntos de crecimiento en la teoría de la actividad en psicología

Andréi D. Maidanskiy

Psychology in Russia: State of the Art 14 (4): 3-17, 2021

https://psychologyinrussia.com/volumes/pdf/2021_4/Psychology_4_2021_3-17_Maidansky.pdf

 

Correcciones al traductor de google: Efraín Aguilar

 

Introduction

 

El marxismo siempre se ha postulado como una teoría de la acción. Su piedra angular es el concepto de trabajo, práctica o actividad, entendido como el proceso de transformación tanto del mundo exterior como de los propios seres humanos. Naturalmente, la psicología marxista, desde su nacimiento, también ha declarado que la psique1 se deriva de la actividad, es decir, que es una forma o función especial de la actividad orientada a objetos.

 

1 Utilizo el término “psique” para referirme al término ruso psíjika, y “mente, mental” para referirme a la psique humana o a las funciones psicológicas superiores (culturales), en el sentido de Vygotski.

 

Ya a principios de 1926, L.S. Vygotski formuló el postulado clave de la teoría psicológica de la actividad: «La mente (psíjika) es la formación de algo estable en medio de la corriente. Es un órgano de selección, un tamiz, que transforma el mundo para que podamos actuar». (2018, p. 92)

Vygotski criticó entonces la noción materialista generalizada de la psique como un mero reflejo de la realidad objetiva. Un termómetro también refleja algo real; es importante comprender qué y cómo refleja la psique. Se trata de un reflejo selectivo: solo lo valioso para la actividad se fija como fenómeno psíquico. Si todo se reflejara en la psique indiscriminadamente, como en un espejo, sería imposible orientarse en la corriente sensorial ilimitada y caótica, y encontrar lo necesario para la vida. La actividad sería ciega. «Si viéramos (fuéramos conscientes de) todo, no veríamos nada» (Stern). La psique discierne y distingue lo estable, lo idéntico a sí mismo, “distorsionando la realidad en beneficio del organismo”, y cada órgano sensorial refleja el mundo con su “coeficiente de especificación”. (Vygotsky, 2018, p. 92)

Al principio, los psicólogos soviéticos, simpatizantes del conductismo estadounidense, tendían a mezclar los conceptos de actividad y conducta. Así, la primera edición de la Gran Enciclopedia Soviética no incluía la sección «Actividad», pero se encargó a John B. Watson un extenso artículo sobre «Conductismo» «dada la novedad del tema y el gran interés que despertó entre los científicos modernos, incluidos los marxistas». (Watson, 1927, p. 434)

Tampoco existía una entrada para “Actividad” en el Diccionario Psicológico de B. E. Varshava y L. S. Vygotski (1931). Sin embargo, al mismo tiempo, Vygotski y otros psicólogos soviéticos comenzaban a desarrollar sus propias variantes de la teoría de la actividad. Vygotski soñaba con “crear nuestro propio Das Kapital” para la psicología (1997b, p. 330; 2018, p. 87). Ni más ni menos. Veamos hasta qué punto él y su escuela lograron esta tarea.

El objetivo de este artículo, sin embargo, no es tanto relatar el pasado como definir los puntos débiles de la teoría de la actividad; estos son, al mismo tiempo, sus puntos de crecimiento. Estas prometedoras fallas se ven mejor como bifurcaciones en el camino del pensamiento, que surgen en el curso de las polémicas y los ataques mutuamente críticos emprendidos por los creadores de la psicología de la actividad. Deberíamos escuchar su diálogo e intentar participar en él. Los archivos que se han abierto en los últimos años pueden ayudarnos en este sentido. En ellos, vemos que las disputas se llevaron a cabo con franqueza y sin excesiva cortesía. Muchas discrepancias y discusiones entre las partes no habían aparecido impresas previamente. Por ejemplo, el volumen recientemente publicado de los cuadernos de Vygotski contiene materiales previamente desconocidos sobre su polémica con Alexéi Leóntiev. Anteriormente, solo conocíamos ese "cisma", que decidió el futuro de la psicología de la actividad, por el propio Leóntiev.

 

S.L. Rubinshtéin versus A.N. Leóntiev: lo interno y lo externo en la actividad

 

Serguéi Rubinshtéin comenzó a desarrollar el concepto de actividad en 1922, afirmando que la actividad crea su propio sujeto. Propuso situar este principio de “autoactividad creativa” como base de la práctica pedagógica (Rubinstein, 1989).

En sus Fundamentos de Psicología General (1940), Rubinshtéin describió un esquema de actividad en el que se ubica un cierto “cambio interno” entre el estímulo y la respuesta. Este “cambio interno” abarca todos los procesos de la actividad vital y los estados corporales que afectan acciones particulares. Es precisamente este factor el que diferencia la reacción activa de un ser vivo de las reacciones mecánicas en la naturaleza inanimada. Incluso el organismo más simple puede reaccionar de forma distinta a los mismos estímulos externos, dependiendo de su estado interno en ese momento. “Cuanto mayor es el nivel de desarrollo, mayor es el papel que desempeñan las condiciones internas” (Rubinstein, 2003, p. 126).

Spinoza llamó «afecto» al estado interno de un cuerpo vivo que influye en su capacidad de actuar. Pero Spinoza, a diferencia de Rubinshtéin, entendía que cualquier cambio interno es un efecto, un reflejo de la actividad externa de este cuerpo. En ausencia de actividades externas, no hay cambios internos. Por eso, la sustancia divina, actuando solo sobre sí misma, no cambia y no tiene efecto.

En 1959, un año antes de su muerte, Rubinshtéin criticó la teoría histórico-cultural de la interiorización desarrollada por Leóntiev y Galpierin por no tener en cuenta cómo los esquemas culturales de actividad se refractan a través del prisma de las «precondiciones internas iniciales del individuo». Estas son «condiciones orgánicas, naturales, en particular fisiológicas», es decir, estructuras corporales heredadas genéticamente y reacciones automáticas innatas. En el desarrollo histórico de la humanidad, «desempeñan un papel invariable, es decir, constante». (Rubinstein, 1973, p. 223)

Dado que el hombre se sitúa en la cima de la escala evolutiva, su actividad debería depender al máximo de estos factores naturales, dado que «cuanto mayor es el nivel de desarrollo, mayor es el papel de las condiciones internas». Al mismo tiempo, Rubinshtéin declaró que los esquemas y normas sociales y culturales de actividad eran condiciones externas del desarrollo humano. Rubinshtéin interpretó el proceso de su interiorización como la «determinación de las capacidades desde el exterior».

A.N. Leóntiev, por su parte, argumentó que el propio cuerpo del sujeto se forma mediante la actividad orientada a objetos, tanto en su morfología como en su estructura cerebral, y en cómo reaccionan a los estímulos externos. La dependencia de la actividad con respecto a la estructura corporal, observada empíricamente, es, de hecho, la dependencia del acto de actividad actual con respecto a sus propios actos previos que formaron esta o aquella estructura corporal. Lo «interno» y lo «externo», sujeto y objeto, no son precondiciones de la actividad, sino sus polos extremos. En el proceso de actividad, lo «externo» y lo «objetivo» se transforman en subjetivo, y viceversa. La propia persona, el «sujeto particular», se presenta aquí como «el momento interno de la actividad. La categoría de actividad se revela ahora en su plenitud real, abarcando ambos polos: el polo del objeto y el polo del sujeto». (Leontiev, 2004, p. 122)

Leóntiev abrazó el principio de actividad con mucha más profundidad y consistencia que Rubinshtéin. Es erróneo considerar la interiorización de las formas culturales de actividad como una determinación de la psique desde fuera, afirmó. Al fin y al cabo, la cultura se crea mediante la actividad y constituye la forma objetivamente tangible de su propio ser. El proceso de interiorización simplemente significa un cambio de forma de actividad, la reapropiación y desobjetivación de lo que previamente la propia actividad había “postulado” como un artefacto de la cultura.

La actividad superior, específicamente humana, es la actividad conjunta y colectiva. Siempre ocurre en la sociedad como una condición interna e inmanente de la vida humana. Entre las condiciones externas, «prehistóricas», de la actividad y la mente humanas se encuentran la morfología corporal, las reacciones innatas y todo lo que se formó en los procesos de la actividad animal, todo lo que no fue creado por el trabajo humano.

Rubinshtéin erróneamente tomó los factores naturales por «lo interno» y, viceversa, consideró lo interno real (cultural, específicamente humano) como algo externo a la mente humana. De ahí su reproche al «carácter mecanicista de esta interpretación [histórico-cultural] de la personalidad y el desarrollo de sus capacidades, ya que se cree que la actividad misma del sujeto está determinada únicamente por el objeto, únicamente desde el exterior». (Rubinstein, 1973, p. 227)

Aquí Rubinshtéin entiende el "sujeto" como un individuo, y el "objeto" como cualquier cosa externa a este individuo, independientemente de si se trata de algo natural o un artefacto. Para la teoría histórico-cultural, esta diferencia es extremadamente significativa. El mundo de los artefactos pertenece al sujeto y conforma el “cuerpo inorgánico” de la mente humana. El verdadero sujeto no es un organismo individual con sus genes y reflejos, sino una comunidad humana, es decir, un círculo de personas que comparten un cuerpo cultural común. Toda “función psicológica superior”, en términos de Vygotski —es decir, todo modo de actividad mental específicamente humano— es de origen social. El individuo adquiere dichas funciones únicamente mediante la comunicación cultural con otros seres humanos.

La alternativa a la postura histórico-cultural es la postura individualista: un cuerpo y una psique particulares frente al mundo exterior. Marx llamó a la visión del mundo desde la perspectiva del individuo abstracto una “robinsonada”. En psicología, tal robinsonada es una ilusión tan natural como creer en la rotación del Sol alrededor de la Tierra. En el curso de su polémica, A. N. Leóntiev pasó por alto este rasgo fundamental de la crítica de Rubinshtéin al concepto de la interiorización de las funciones psicológicas superiores y las “habilidades” humanas correspondientes.

Tanto Rubinshtéin como Leóntiev sabían muy bien que cualquier actividad siempre se refleja en el sujeto en su estado actual. Quedaba por comprender que la psique no es más que este reflejo inverso de la actividad, o su «reflejo en sí misma», como diría Hegel.

Toda actividad tiene un doble resultado: por un lado, cambia la forma del objeto externo y, por otro, se produce un cambio en el estado del sujeto que actúa. Spinoza denominó «afecto» al cambio que experimentan los propios sujetos en el proceso de la actividad orientada a objetos, con la salvedad de que esta clase de afectos incluye únicamente aquellos cambios que influyen en el potencial de actividad del individuo, o «las afecciones del cuerpo mediante las cuales la capacidad de actuar del cuerpo (agendi potentia) se incrementa o disminuye, se favorece o se restringe». (Ética, III, def. 3)

En este punto, Vygotski tomó el relevo de Spinoza. «El afecto es el alfa y el omega, el primer y el último eslabón, el prólogo y el epílogo de todo desarrollo mental». (1998, pág. 227)

A partir de entonces, la psicología de la actividad se dividió en dos ramas. Vygotski se centró en el reflejo afectivo de la actividad en el sujeto, mientras que Leóntiev se centró en el aspecto cognitivo, dirigido hacia el objeto; específicamente, se concentró en la función de búsqueda y orientación que cumple la psique en el mundo objetivo.

 

L.S. Vygotski: afecto en la estructura de la actividad

 

Marx escribió que la historia de la industria fue “la exposición a los sentidos de la psicología humana”. Para Vygotski, otro libro abierto de la psicología humana es el arte, especialmente el teatro.

En su primer manuscrito, La psicología del arte, el principio de la actividad orientada a objetos no se formula y no desempeña un papel significativo. Todo el estudio gira en torno a los conceptos de emoción y afecto. La actividad de la imaginación se define como la “descarga del afecto”, el arte como el trabajo de “un pensamiento emocional muy especial”. Y la colisión de afectos, o “contradicción afectiva”, constituye la “verdadera base psicológica de nuestra respuesta estética”. (Vygotsky, 1987b, pp. 48-49, 138) Al mismo tiempo, la naturaleza activa del afecto, y de la psique en general, permanece en la cara oculta de la Luna.

Sin embargo, incluso antes, y ya en su primera obra importante, Psicología Educativa, Vygotski declaró que «una reacción emocional es una poderosa guía de la conducta. Es en una reacción emocional donde se manifiesta la actividad de nuestro organismo... En todo momento, las emociones actúan como rectoras de la conducta» (Vygotsky, 1997a, p. 102). «La transición a un tipo de conducta psíquica se produjo sin duda sobre la base de las emociones», añade. El ciclo natural de la actividad psíquica comienza con el afecto del deseo y termina con los afectos de placer y displacer. Estas reacciones emocionales, «que surgen antes que todas las demás reacciones, son las formas primarias de la conducta puramente mental del niño» (Ibíd., p. 103).2

 

2 En la edición inglesa de la Psicología Educativa de Vygotski, “aktivnost” se traduce como “propósito”, psijícheski como “pasivo”, etc. Corregí los términos entre comillas.

 

En agosto de 1930, la revista Quiero saberlo todo, publicó un breve artículo titulado «La base biológica del afecto», escrito por Vygotski en respuesta a la pregunta de un grupo de lectores. La mayor parte del artículo era una versión popular de la Fisiología de las emociones de Walter Cannon.3 Su tesis central era la siguiente: en los animales, el afecto sirve a los «instintos vitales básicos», preparando al organismo para la actividad. Las emociones principales tienen un «efecto energizante» sobre el organismo, liberando su «reserva interna de energía» (cf., agendi potentia).

 

3 Título de la edición rusa (1927) de Cannon, 1920.

 

Vygotski no pudo evitar reconocer en esta tesis la definición de Spinoza del afecto como un estado del cuerpo que aumenta y favorece (como en los experimentos de Cannon), o disminuye y restringe (como en los experimentos del “método motor combinado” de Luria o en la práctica clínica de Freud con neuróticos) la capacidad del cuerpo para actuar.

Pero Vygotski buscó distinguir entre los afectos animales y humanos. El “desarrollo progresivo de las emociones” consiste en reemplazar las reacciones innatas por ideas. “Lo que Cannon demostró fue que no son las emociones en sí mismas las que se extinguen, sino solo su componente instintivo. El papel de las emociones en la mente humana es diferente [al de los animales]. Se aíslan del ámbito instintivo y se transfieren a un plano completamente nuevo” (Vygotsky, 1987a, p. 332). Este es el ideal, el plano cultural.

Con esto, surge un problema completamente nuevo: la relación entre idea y afecto. Al intentar resolver este problema, Vygotski años más tarde, en 1932, recurrió de nuevo al arte teatral. El actor es un creador profesional de afectos, que intenta llevar al espectador al punto de la “conmoción emocional más alta”, argumentó. Al hacerlo, ¿qué sucede en el alma del actor?, se preguntó Diderot. La respuesta de Vygotski: depende completamente de su cultura, del mundo de ideas en el que está inmersa el alma del actor. Los afectos teatrales son ideales; no reflejan ni representan procesos orgánicos en el cuerpo del actor, sino en la vida social de las personas.

 

Son pasiones y movimientos idealizados del alma; no son sentimientos naturales y vivos de uno u otro actor; son artificiales; son creados por la fuerza creativa del hombre y, en esa medida, deben considerarse creaciones artificiales, como una novela, una sonata o una estatua. (Vygotsky, 1999, p. 239)

 

Vygotski denominó pieriezhivanie a la emoción cultural idealizada, equiparando eficazmente estos dos términos: «Las experiencias (pieriezhivania) del actor, sus emociones...» (Ibíd., p. 244). La torre de la conciencia humana se construye con «ladrillos» de pieriezhivania. Pero, a diferencia de los ladrillos, las pieriezhivania son fluidas y cambiantes; estos «movimientos del alma» pueden cambiar de significado a lo largo de la vida, incluso bajo la influencia de la actuación teatral o la lectura de una novela o un poema.

Las pieriezhivania emocionales obtienen su significado de las ideas. La cultura de los sentimientos consiste en idealizar las pasiones, es decir, subordinar los afectos naturales a los objetivos más elevados de la vida social, y enseñar a las personas a 1) inducir el afecto requerido y 2) cambiar el «orden y la conexión» de sus emociones. La emoción se integra como un elemento dinámico en un determinado sistema (histórico) de ideas. Éste es

 

el camino hacia el dominio de las emociones y, en consecuencia, el camino de la excitación voluntaria y la creación artificial de nuevas emociones. [...] Solo indirectamente, creando un sistema complejo de ideas, conceptos e imágenes del cual la emoción forma parte, podemos despertar los sentimientos requeridos. (Vygotsky, 1999, p. 243)

 

En los últimos años, el concepto pieriezhivanie ha cobrado protagonismo en los estudios de Vygotski. En sus conferencias sobre psicología infantil, la pieriezhivanie se definió como una “unidad dinámica de la conciencia”. Es la relación interna de una persona con las cosas y los eventos del mundo externo, que incluye la atención, el pensamiento y las emociones, y contiene “todas las propiedades básicas de la conciencia”. (Vygotsky, 2001, p. 213)

A.N. Leóntiev consideró el giro hacia el estudio de la conciencia y la pieriezhivanie como un alejamiento de la teoría de la actividad. Pero, de hecho, la noción pieriezhivanie de Vygotski fue un desarrollo posterior del concepto de actividad del afecto. Vygotski reivindicó «la comprensión del afecto como una reacción psicofisiológica integral que incluye en sí misma la experiencia [pieriezhivanie] y la conducta de cierto tipo, y representa una unidad de los aspectos fenoménico y objetivo». (Vygotsky, 1999, p. 159; cursiva añadida). Al comentar los experimentos de Gregorio Marañón, Vygotski escribió sobre un «entrelazamiento interno de la experiencia [pieriezhivanie] y la reacción orgánica en la composición del afecto». (Ibíd., p. 93).

Por lo tanto, la pieriezhivanie es un afecto social, observado desde su lado interno o «fenoménico». Y la conciencia humana es un sistema de pieriezhivania como las «pasiones y movimientos idealizados del alma».

 

L.S. Vygotski: psicología de la libertad

 

Ya en enero de 1924, en su ponencia en el Congreso de Psiconeurología, que le abrió el camino hacia la Gran Ciencia, Vygotski planteó el problema de la «liberación de la más terrible esclavitud, la esclavitud a uno mismo, y de la dependencia más amarga, la dependencia de los propios nervios y psique».4 Así tradujo la afirmación de Spinoza sobre la liberación de la persona de la esclavitud de sus afectos a un lenguaje familiar para los psiconeurólogos. (Ibíd., pág. 93)

 

4 El artículo aún no ha sido publicado; está citado en Zavershneva, 2009, p. 130.

 

En la medida que una persona domina y controla sus propios afectos, se vuelve dueña de su comportamiento y vida mental. Un bebé, como un animal, es esclavo de sus deseos naturales. La adopción de normas culturales de comportamiento, ideas, siempre implica “moderar y restringir los afectos” (Spinoza).

 

A partir del material de los afectos naturales, las personas crean emociones artificiales, pieriezhivania. Los afectos naturales son moderados y restringidos por los culturales. Cómo esto sucede ya se ve claramente en los juegos infantiles. Cada regla de un juego es una idea. Los juegos brindan al niño la primera experiencia de la regulación autosuficiente de sus afectos a través de las ideas.

Mientras que los afectos naturales sirven a la actividad vital del cuerpo, los afectos culturales sirven a las actividades de la sociedad. Estos son los estados del «cuasi-cuerpo» colectivo (Spinoza) o «cuerpo inorgánico» (Marx) de la humanidad. Al «desarrollarse» en la psique del individuo, le permiten experimentar emocionalmente (pieriezhivat) cosas que son inútiles, si no dañinas, biológicamente, pero valiosas para la sociedad.

Detrás de cada emoción cultural se esconde una idea: una norma o esquema de actividad social. Las ideas se asimilan (interiorizan) a través de los afectos, junto y simultáneamente con ellos. Si una idea no generara la más mínima respuesta emocional, simplemente no sería captada. El alma permanecería sorda a ella.

Las emociones ideales reconstruyen el sistema biológico de afectos, estableciendo un orden cultural y una conexión entre ellos.

 

Como todas las demás funciones mentales, las emociones no se mantienen en la conexión en la que se dan inicialmente en virtud de la organización biológica de la mente. En el proceso de la vida social, los sentimientos se desarrollan y las conexiones anteriores se desintegran; las emociones surgen en nuevas relaciones con otros elementos de la vida mental, se desarrollan nuevos sistemas, surgen nuevas combinaciones de funciones mentales y unidades de un orden superior dentro de las cuales predominan patrones especiales, interdependencias, formas especiales de conexión y movimiento. Estudiar el orden y la conexión de los afectos es la principal tarea de la psicología científica. (Vygotsky, 1999, p. 244)

 

La ciencia debería ayudar a la persona a dominar los afectos “salvajes” organizándolos inteligentemente, es decir, de acuerdo con el orden y la conexión de las ideas. Esto es exactamente lo mismo que hace el arte, solo que por otros medios. Tanto la psicología científica como el arte resuelven el problema de la gestión racional de la corriente de pieriezhivania; ambos aspiran a liberar el alma de la esclavitud natural del afecto.

Vygotski vio la clave de la solución en el concepto. Llevado a la luz de la conciencia, el afecto conceptualizado deja de ser esclavo o un estado corporal pasivo. «El afecto en el concepto se vuelve activo» (Vygotsky, 2018, p. 410). «Comprender el afecto es una condición activa y es libertad. Libertad: el afecto en el concepto» (Vygotsky, 2018, p. 209).

Por lo tanto, el arte es un ejercicio de libertad. El arte pone el afecto al servicio del concepto. Aquí, la mente humana aprende a controlar las pasiones y a dirigir sus sentimientos hacia metas superiores e ideales. Este proceso de liberación psicológica de la personalidad es objeto de formación práctica para el artista y de investigación teórica para el psicólogo.

El arte y la psicología científica comparten la misma temática y resuelven el mismo problema. Vygotski se acercó a esta idea, pero no la formuló directamente. En La psicología del arte, el arte se consideraba una especie de vacuna afectiva que nos permitía desarrollar inmunidad a las pasiones de la vida real y, así, adquirir una “supersalud” psicológica.

La “psicología acmeísta” o “psicología de las alturas”5 que Vygotski pretendía crear puede definirse como la psicología de la libertad. Se trata de una teoría que busca la formación de una “persona libre y autoactiva” (samodiéiatielnaia svobódnaia líchnost). Eso es lo que nos enseñó Spinoza. Investiga constantemente cómo se produce realmente el movimiento hacia la libertad: hacia una vida guiada por la razón, y esto es la libertad. Su idea central es el poder de la razón. (Vygotsky, 2018, p. 209)

 

5 En ruso, viershínnaia psijológuia. Los intérpretes aún no se han puesto de acuerdo sobre la mejor traducción. Literalmente, viershina significa la cima de un árbol o una montaña. En sus cuadernos, Vygotski utiliza la expresión sinónima «psicología acmeísta». El acmeísmo era una corriente realista de la poesía rusa que se oponía rotundamente al simbolismo; Mandelshtam lo definió como el «anhelo de cultura mundial». Vygotski contrasta la viershínnaia psijológuia con la Tiefenpsychologie (psicología profunda), que explica el comportamiento y la cultura humanos mediante procesos inconscientes.

 

La teoría de Spinoza contiene implícitamente toda la psicología acmeísta, toda la teoría de los conceptos, los afectos y la volición, la estructura semántica y sistémica de la conciencia, que desarrollamos explícitamente. Spinoza tiene la idea del hombre, que puede servir de modelo para la naturaleza humana: esto convierte su teoría de las pasiones en el prolegómeno de una psicología del hombre. (Vygotsky, 2018, p. 375)

 

Tanto Spinoza como Vygotski buscaban enseñar al hombre a pensar y vivir libremente; ambos consideraban que el propósito de su ciencia era aumentar el potencial de actividad y los grados de libertad del hombre.

En los bosquejos escritos durante los últimos años de su vida, Vygotski trazó un plano de un edificio de tres pisos de psicología humana:

1) “el movimiento directo de la vida a la conciencia”;

2) “la realidad interior”, el ámbito de la conciencia, habitado por pieriezhivania, znachiénia (significados) y smuisly (propósitos), donde tiene lugar la “comunicación con uno mismo”; y

3) “el movimiento inverso de la conciencia a la vida (la conciencia transforma la vida)”. (Vygotsky, 2018, pp. 354-355)

El primer piso era el feudo de la psicología instrumental. Aquí se produce la “incorporación externa (del signo)”; Vygotski y su equipo habían estado investigando este proceso desde mediados de la década de 1920.

Después vino la “incorporación interna (del significado)”; este fue el tema de su libro Pensamiento y habla.

La construcción del tercer piso apenas comenzaba en La enseñanza de las emociones. El proceso de transición de una persona a una vida consciente, libre y racional puede denominarse exteriorización de la conciencia.

 

A.N. Leóntiev y P. Ya. Galpierin: buscar la naturaleza de la psique

 

Leóntiev se apartó del concepto de Vygotski desde el principio, antes de alcanzar su “segundo piso”. Adentrarse en la “realidad interna” de la conciencia le parecía una traición al enfoque de la actividad. Deseaba continuar estudiando la conciencia como una forma de actividad humana objetiva-práctica. “¡Busca la conciencia del hombre aquí, en el mundo objetivo!” (Leontiev, 1994, p. 39).

Para Vygotski, ese enfoque definía solo la etapa inicial de la investigación, que ya había pasado. Sí, al principio era el Acto, pero luego el Acto se convirtió en la Palabra y dio origen a la conciencia. “La palabra significativa es un microcosmos de la conciencia humana” (Vygotsky, 1987c, p. 285). Ahora comienza a analizar cómo se forman los propósitos (smuisly) en la conciencia.

Mientras tanto, Leóntiev devolvió la psicología cultural a la actividad externa, en cuyo seno nació la conciencia. Vygotski comentó: «Se ignora el desarrollo. Todo se traslada al principio. Pero luego todo [debe trasladarse] a la concepción. Lo más importante no ocurre al principio, sino al final, pues el final contiene al principio. El punto de vista de la altura (viershínnaia). No debemos trabajar siempre cerca de los límites inferiores». (2018, p. 247)

La transición de la práctica vital a la conciencia fue solo el primer peldaño de la psicología científica. La investigación no debe estancarse en esta etapa temprana, «cerca de los límites inferiores». Además, la conciencia debe investigarse como tal, en su realidad interna, y luego en su implementación práctica externa. El tema «alto/acmeísta» de la psicología es la vida consciente, o lo que es lo mismo, la libertad humana.

 

El movimiento directo (de la vida a la conciencia) solo es importante en la medida en que nos permite comprender el movimiento inverso de la conciencia a la vida (la conciencia cambia la vida), la dependencia de la vida con respecto a la conciencia. (Vygotsky, 2018, p. 355)

 

Leóntiev no pudo evitar responder al desafío de su maestro. En la década de 1930, regresó al tema de las emociones.6 Una de las secciones de su tesis doctoral estuvo dedicada a este tema. El trabajo fue concebido como el primer volumen de su monografía Desarrollo de la psique; no ha sido publicado, pero se conocen algunas afirmaciones clave de la carta de Piotr Galpierin de octubre de 1940 a Leóntiev (Galperin, 1997). Leóntiev explicó el problema de vincular el afecto y el intelecto, legado por Vygotski, a través de la relación de la actividad y la acción. Aquí, el afecto fue definido con bastante acierto como “la representación interna de la actividad”. Galpierin llamó a esta definición “profunda e importante” y aprobó el concepto de psique como la “forma interna de la actividad” derivada de las actividades externas que tienen lugar en el mundo físico.

 

6 La primera intervención de Leóntiev sobre este tema tuvo lugar durante sus años de estudiante, por sugerencia de su supervisor Gueorgui Chelpánov. Posteriormente, junto con Aleksandr Luria, estudiaron los «síntomas objetivos de las reacciones afectivas» con el aparato para registrar trastornos de la motricidad fina.

 

Sin embargo, continuó,

precisamente la comprensión de la psique como actividad permanece sin desarrollar [en el libro de Leóntiev]. Es más probable que se postule y aplique en una construcción genética amplia que se revele y fundamente como tal. Y esto lleva a la sustitución de la psique como actividad por la psique dentro de la actividad, la psique tras la actividad y permaneciendo como un conjunto de fenómenos y pieriezhivania de la conciencia, como antes. (Galperin, 1997, p. 4)

 

En otras palabras, Leóntiev no logró derivar el mundo interior de la conciencia de la actividad externa, orientada a objetos. Pero este era el punto principal de su programa teórico, a diferencia del programa de Vygotski. El colaborador más cercano de Leóntiev insistió en que el problema seguía sin resolverse.

 

De hecho, en el esquema que usted esbozó, se observa claramente un paralelismo entre la conciencia y la conducta. En la conducta: actividad, acción, operación; en la conciencia: afecto, propósito, significado. [...] La conciencia representa y reproduce, en su propio lenguaje, la trama de las acciones y las cosas. Es cierto que la actividad está mediada por la «reflexión» y es una con ella. Pero ¿qué tipo de actividad? ¡Actividad externa, no psicológica! Y cuando se nos pregunta qué es la actividad psíquica en sí misma, resulta ser afecto, propósito, significado, pieriezhivanie, etc. (Galperin, 1997, p. 4)

 

Así, se declara que la psique es actividad y se la considera a través del prisma de la actividad externa. «Eso está bien, pero no es exactamente lo que nos propusimos», concluyó Galpierin, refiriéndose al momento en que comenzaron a alejarse de Vygotski unos ocho años antes. Como solución, propuso considerar los fenómenos de la conciencia, las pieriezhivania, como «visiones subjetivas». Todas estas no son «la psique real, sino solo una anterior»; son, en cierto sentido, las sombras platónicas de la verdadera actividad orientadora. Así es como se supera el dualismo de lo externo y lo interno (acciones y pieriezhivania) dentro de la actividad humana.

Obviamente, Leóntiev no aprobó una masacre tan radical del mundo interior de la conciencia. Su libro ofreció una solución más compleja y cautelosa al problema: representar la conciencia como una proyección estructural de la actividad. En el plano mental interno, la tríada actividad-acción-operación toma la forma de afecto-propósito-significado. “En general, la actividad del hombre está vinculada internamente al afecto, la acción al propósito y la operación al significado.” (Galperin, 1997, p. 4)7

 

7 Este pasaje de El desarrollo de la psique, de Leóntiev se cita textualmente en la carta de Galpierin.

 

Hay dos aspectos que cabe destacar en esta formulación:

1) En el plano de la conciencia, el afecto es el doble de la actividad. Por lo tanto, la conciencia no es más que la forma afectiva de la actividad.

Vygotski difícilmente objetaría esto; pero podría añadir que esta es la definición de la psique en general, no solo de la conciencia humana.

2) El significado se correlaciona con la operación; con ello, Leóntiev eliminó la semántica del ámbito de la psicología. El significado, como operación, se convierte en un fenómeno psicológico solo cuando se transforma en un componente de la actividad vital del individuo.

Esta objeción a Vygotski fue desarrollada y fundamentada posteriormente en el libro de Leóntiev, Actividad. Conciencia. Personalidad,8 pero, de nuevo, sin mencionar el nombre de su oponente, Vygotski.

 

8 “Los significados y las operaciones contenidas en ellos, en sí mismos, es decir, en su abstracción de las relaciones internas del sistema de actividad y conciencia, no son en absoluto objeto de la psicología.” (Leontiev, 2004, p. 111)

 

En Los procesos básicos de la vida mental (1940), Leóntiev propuso una nueva comprensión del afecto como una experiencia (pieriezhivanie) de la diferencia entre el motivo y el resultado de la actividad (Leontiev, 1994, p. 49). El concepto de actividad de la pieriezhivanie se desarrolla en el primero de sus cuatro “cuadernos filosóficos”. En las mismas páginas, encontramos la afirmación de que la sensación, que forma la “célula germinal” de la psique, no es más que afecto. “La sensación emerge como un sentimiento, como una sensación vaga: el afecto”. (Ibíd., p. 164)

La tesis de la naturaleza afectiva de la psique no se abordó en las obras publicadas de Leóntiev, y mucho menos se desarrolló sistemáticamente. Leóntiev la comentó en sus conferencias posteriores sobre psicología general, pero sin utilizar el término “afecto”. Afirmó que las primeras y más antiguas formas de sensibilidad son difusas; todavía no existe una frontera entre los estados de un cuerpo sensible y los estados de los cuerpos externos que percibe. La diferenciación entre las funciones «gnósticas» y emocionales de la sensibilidad «ocurre lentamente a lo largo de la evolución biológica». (Leontiev, 2001, p. 51)

Así, en un principio, Leóntiev coincidía con Vygotski en que la psique comienza con el afecto. Pero en años posteriores, el término «afecto» se convirtió en un elemento poco frecuente en su obra, y su significado se redujo a «fenómeno emocional intenso y repentino». (Ibíd., p. 462)

 

Realizar el sueño de El Capital

 

“Cuando queremos ver un roble con todo el vigor de su tronco, sus ramas extendidas y la masa de follaje, no nos conformamos con que nos muestren una bellota” (Hegel, 2005, págs. 75-76). Los psicólogos soviéticos no llegaron muy lejos en la realización del sueño de Vygotski sobre El Capital. El spinozista Vygotski llegó a la conclusión de que la “célula” de la psique es el afecto. Más tarde, Leóntiev habló de “una sensación vaga: el afecto”, en la que se fusionan la sensación del objeto de actividad con la sensación del cuerpo activo.9 Pero Leóntiev no distingue entre afectos pasivos y activos, y no admite que determinen la actividad. Solo al reflejarse en el “espejo” afectivo, el motivo objetivo se convierte en el determinante interno y psicológico de la actividad.  

 

9 Vygotski llamó a este tipo de sensación vaga “percepción afectiva”, en la que “las emociones y las percepciones aún no se diferencian entre sí”. Esta función psicológica se forma primero en la primera infancia y ocupa “el lugar dominante en relación con todas las demás” (2001, págs. 98-99).

 

Criticando las opiniones de Vygotski, Leóntiev argumentó que «el afecto no es una fuerza impulsora» (1994, p. 40). Se puede responder con las palabras del prólogo del libro de Cannon:

 

El miedo, la rabia, el dolor y las punzadas del hambre son experiencias primitivas que [...] se clasifican con razón entre las más poderosas que determinan la acción de hombres y animales. Por lo tanto, el conocimiento de las condiciones que acompañan a estas experiencias es de importancia general y fundamental para la interpretación de la conducta (1922, p. vii).

 

Vygotski citó estas palabras con aprobación, y sin duda pretendía construir la ciencia de la conducta sobre la base del concepto de afecto. Por supuesto, no debemos olvidar que el afecto es el atributo de la actividad. Detrás del afecto se encuentran las necesidades, por un lado, y los motivos objetivos, por otro. El afecto es el efecto de su interacción. Como tal, esta interacción se estudia en las ciencias de la vida material y representa una condición “antediluviana” para el surgimiento de la psique, junto con la morfofisiología del cuerpo, las reacciones bioquímicas, etc.

Los afectos son las “perturbaciones” del estado del cuerpo que determinan su capacidad y disposición para actuar. Esta es también la definición de la psique en general, con la salvedad de que el “cuerpo” de las formas mentales superiores es la cultura objetiva, que incluye el cuerpo orgánico de la persona, desarrollado por el trabajo humano. Los afectos culturales e ideales son tan diferentes de los afectos naturales como un huerto de un bosque silvestre.

El proceso de actividad consta de dos fases opuestas fusionadas en cada acción específica: un efecto directo sobre el objeto y un efecto reflejado que genera afectos. Un análisis de las fases de la actividad nos permite definir la especificidad de la reflexión psíquica (véase Maidansky, 2021).

¿Cuál es el lugar y el papel de la psique en el proceso de actividad? Leóntiev y Galpierin, a pesar de todas sus diferencias, consideraron este papel como la orientación hacia el objeto. Esto desplaza el enfoque a la primera fase de la actividad. Sin embargo, aquí la psique sirve a la actividad de la vida material como uno de sus momentos internos, junto con la simple irritabilidad y los procesos metabólicos. Solo en la segunda fase de actividad, la afectiva, la psique encuentra su contenido especial, distinto del físico. Aquí forma sus propias células, su dominio específico. «La grandiosa señalística del habla» (Iván Pavlov) se forma a partir de la materia de las reacciones emocionales y expresivas.

Así como la riqueza de la sociedad burguesa consiste en mercancías, la riqueza de la psique consiste en afectos; estos son su tejido vivo, su esencia. El afecto representa, por un lado, los deseos y necesidades de un ser vivo, y por otro, una imagen o idea sensual de algo externo (a Marx le gustaba comparar las mercancías con espejos). Este es, por así decirlo, el valor de uso y el valor de cambio del afecto.

Al igual que las mercancías, los afectos viven su propia vida en procesos de intercambio mutuo, en el elemento de la comunicación. Aquí, la psique se opone no al objeto “mudo”, sino a otra psique con sus afectos personales. Es necesario deducir lógicamente las formas universales de esta interacción de “almas”, tal como Marx dedujo las formas de valor del intercambio de mercancías en el primer capítulo de El Capital.

Empíricamente, no es difícil detectar tres formas de intercambio de afectos: 1) una forma simple o inmediata de comunicación; 2) una forma de señalización; y 3) un lenguaje o forma simbólica. Este último es creado por el trabajo humano y constituye una forma universal de actividad cultural. Vygotski entendía el lenguaje de la misma manera. En el “mercado” del lenguaje, no solo se intercambian afectos, sino también pensamientos e ideas. La palabra logra combinar la comunicación (habla) y el pensamiento.

Ya desde Wolfgang Köhler se reconocía que, en el mundo animal, la comunicación y la vida afectiva prácticamente no se superponen con el intelecto y las conductas racionales. De igual manera, en la primera infancia, la comunicación oral se desarrolla independientemente del pensamiento. Incluso en la edad adulta, la razón y las pasiones suelen estar en conflicto. Pero un buen día se alían: el pensamiento se transforma en palabra y el afecto en concepto, convirtiéndose en emoción cultural. Este es el primer paso del hombre hacia la libertad.

Según Vygotski, la evolución de la mente es un proceso de liberación de la esclavitud de las pasiones, al igual que para Marx, la historia humana es el camino hacia el “reino de la libertad” (Reich der Freiheit) a través del Gólgota del trabajo alienado.

 

La libertad no se da, se toma. No es primordial, sino que se alcanza mediante una ardua lucha interior. El hombre puede alcanzar la libertad, pero esto es tan excelente como excepcional. El camino hacia la libertad atraviesa cumbres escarpadas. La libertad no reside en la llanura; no es accesible ni fácil de alcanzar para todos. No se encuentra al principio, sino al final del camino de una persona. Es inaccesible para el niño. No se encuentra en las profundidades, sino en las cimas de la mente.” (Vygotsky, 2018, p. 374)

 

Por eso, Vygotski llamó a su proyecto inacabado psicología de la «altura» o «acmeísta».

Siguiendo al autor de las Tesis sobre Feuerbach, Vygotski podría decir: los psicólogos solo han interpretado la vida humana de diversas maneras, pero el objetivo es transformarla. O, como escribió en un trozo de papel: «Preservar la vida es la función principal de las pasiones. Cambiar la vida es la función principal de la conciencia». (Vygotsky, 2018, p. 221)

El Capital nos mostró cómo toda una formación económica surge de una «célula» mercantil. La psicología de orientación marxista debería mostrar cómo el «roble» de la formación psicológica crece de la «bellota» del afecto, es decir, demostrar una serie de etapas evolutivas que se diferencian entre sí «por el orden y la conexión de los afectos». De esta manera, creo que el sueño de Vygotski se haría realidad si lo tomáramos en serio.

En la psicología soviética, las teorías formativas fueron desarrolladas por Alekséi Leóntiev (psique sensorial, psique perceptiva, intelecto y conciencia) y Pável Blonski (memoria en sus formas motora, afectiva, imaginaria y verbal). Sin embargo, eran construcciones empíricas, sin rastro siquiera de deducción geométrico-formal, como en la Ética de Spinoza, y mucho menos en la sofisticada dialéctica de El Capital.

 

Conclusión

 

Desde la segunda mitad del siglo pasado, la teoría de la actividad en psicología se ha desarrollado extensamente. Sin embargo, como una “gran narrativa”, se ha estancado. “Este sistema de nociones resultó congelado, sin movimiento alguno”, afirmó Leóntiev en 1969 (1994, p. 247). La manera perfecta de descongelarlo y ponerlo en marcha es referirse a los planes incumplidos de Vygotski, de los que nos han hablado recientemente en sus Cuadernos. En sus manos, la psicología de la actividad se desarrolló de forma muy dinámica.

"Orientarse por las estrellas es lo más primitivo. Pero la psicología contemporánea, que no tiene brújula ni mapa, debe confiar en las estrellas: en Spinoza" (Vygotsky, 2018, p. 221). Este testimonio ha permanecido como la voz de quien clama en el desierto. El problema de la libertad, entendido como “moderar y restringir los afectos”, apenas se aborda en la psicología histórico-cultural, y el concepto mismo de afecto se ha degradado.

A.N. Leóntiev expresó su preocupación por la transformación del concepto de actividad en una abstracción vacía. Y ya a principios de nuestro siglo, su alumna y asistente Nina Talyzina, tras condenar la moda de renombrar las funciones mentales como «actividades», resumió el decepcionante resultado: «El enfoque de la actividad aún no se ha implementado. [...] No tenemos psicología de la actividad; aún debe construirse. Debería haber un análisis en el lenguaje de las acciones, no en el de las funciones». (2003, p. 15)

Pero ¿por qué no se ha construido? Mentes destacadas trabajaron en el desarrollo de la psicología de la actividad durante cincuenta años, pero no lograron convertirla en un sistema científico completo. No tengo una respuesta concreta. Quizás su metodología, el “lenguaje de la acción”, no parecía lo suficientemente potente, especialmente en las esferas superiores de la vida mental, como la literatura y el teatro. Los logros de la psicología de la actividad, en la versión de Leóntiev, se volvieron cada vez más modestos a medida que se alejaba de los “límites inferiores”. Ningún psicólogo sueña ya con un El Capital propio, pero quizá valga la pena intentarlo.

 

Referencias

 

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