Este blog busca difundir algunas fuentes de la obra vygotskiana publicada en español, así como traducir algunos artículos editados en revistas y libros o bajados de la red; todo relacionado con Vygotski.

lunes, 10 de abril de 2023

Dala Santa y Baroni

 

 

LAS RAÍCES MARXISTAS DEL PENSAMIENTO DE VYGOTSKI: CONTRIBUCIONES

TEÓRICAS PARA LA PSICOLOGÍA HISTÓRICO-CULTURAL

Fernando Dala Santa y Vivian Baroni

Kínesis, Vol. VI, n° 12, 2014, p.1-16

https://www.marilia.unesp.br/Home/RevistasEletronicas/Kinesis/1_fernandoevivian.pdf

 

Traducción: Efraín Aguilar

 

1. Consideraciones iniciales

Al analizar el pensamiento de un autor, es imposible desvincularlo del contexto en el que se insertó, ni eximirlo de la influencia intelectual que lo constituye. Al referirse a una figura única como Vygotski, es necesario mantener como horizonte la coyuntura intelectual y sociopolítica a la que se vincula, so pena de cometer errores imperdonables. De esta manera, consideramos fundamental una reflexión sobre los aportes marxistas a las investigaciones desarrolladas dentro de la Teoría Histórico-Cultural, en especial las emprendidas por Vygotski.

La filosofía de Marx y Engels, al revertir el modelo dialéctico hegeliano, estableciendo las condiciones materiales de existencia como causas del desarrollo histórico y ya no como ideas, permitió un giro en la investigación antropológica, allanando el camino para el estudio de los fenómenos psicológicos. Vygotski, tanto por su ubicación espacio-temporal (en Rusia en los primeros años de la revolución bolchevique) como por su formación intelectual, estuvo profundamente influenciado por las ideas de Marx, revelando sus inclinaciones a lo largo de las investigaciones que llevó a cabo.

Vygotski no fue un teórico del marxismo, sino un pensador marxista. Esta sutil diferencia representa un factor determinante dentro de su configuración intelectual, en la medida en que el pensamiento marxista representaba el sustrato teórico sobre el que Vygotski construía su psicología, pero no los límites a los que se circunscribía. El materialismo histórico-dialéctico, entendido como el método más coherente de lectura de la realidad en su desarrollo histórico, representó para Vygotski una importante herramienta en la tarea de establecer un modelo científico para el estudio de los fenómenos psíquicos.

La proximidad entre el marxismo y las concepciones surgidas de la teoría histórico-cultural puede comprobarse a través de la discusión sobre el concepto de trabajo, abordado por Marx y Engels y que fue retomado por Vygotski a partir de la idea de mediación. La acción consciente del hombre sobre el mundo, mediada por el uso de instrumentos, representó el paso decisivo hacia la génesis del carácter genuinamente humano del hombre. Vygotski extendió esta concepción de la mediación al uso de los signos, que, como herramientas, son creados por las sociedades, actuando como transformadores de la realidad sociocultural. La transmisión de la cultura, tanto en lo que se refiere a la esfera de las herramientas materiales como a los elementos lingüísticos y estético-culturales, representa el factor decisivo en el desarrollo humano, de lo que se puede inferir la importancia del problema educativo para comprender el pensamiento vygotskiano.

Sin embargo, varias décadas después de la muerte de Vygotski, un número considerable de investigadores se esfuerzan (sin legitimidad alguna) por desvincular sus teorías de la innegable influencia que ejercía el pensamiento marxista, al mismo tiempo que pretenden acercarlo a corrientes de pensamiento incompatibles con su perspectivas y convicciones teóricas. La sustitución de lo que efectivamente escribió Vygotski por reinterpretaciones y ediciones resumidas o censuradas (DUARTE, 2000a), solo facilita la aceptación de la paradójica situación de enfatizar la investigación de un pensador soviético en el ámbito del capitalismo globalizado. Esta iniciativa sumamente sesgada revela no sólo un profundo desconocimiento en relación con el marxismo y, en consecuencia, el prejuicio generado por la asociación precipitada y frívola con los abusos cometidos por las tergiversaciones emprendidas en nombre del “socialismo real”; pero también falta de respeto por la propia teoría de Vygotski.

 

2. Caracterización general del marxismo1 y el problema de la distorsión de sus princípios básicos

 

1 Término que designa el pensamiento de Karl Marx y su principal colaborador, Friedrich Engels. A pesar de sea ​​una tradición sincrética que fomente diferentes interpretaciones y líneas de acción, en este texto siempre que usemos el término marxismo estaremos aludiendo directamente al pensamiento de Marx.  

 

El pensamiento filosófico de Marx, que no se restringe a la filosofía sino que abarca, sobre todo, los campos de la historia, la ciencia política y la economía (JAPIASSÚ & MARCONDES, 2006, p. 224), se desarrolló a partir de la crítica a la filosofía de Hegel y a la racionalista tradición, cuyas concepciones entendían las ideas no como representaciones abstractas de una realidad concreta, sino como la realidad misma. Sin embargo, el gran aporte de la filosofía de Hegel al pensamiento de Marx fue el método dialéctico. La dialéctica hegeliana representa el movimiento racional que permite la superación de una determinada contradicción, en la que cada paso niega y supera al anterior en un proceso continuo. De este modo, a una tesis (un determinado estado de cosas) se opone una antítesis (negación de la etapa inicial), cuyo resultado es la síntesis, que lleva elementos de las dos instancias anteriores, y que se transmuta en una nueva tesis, dando continuidad al proceso. Para el idealismo hegeliano, la historia podría concebirse como una sucesión de momentos, realizada sólo por oposición al momento precedente en una marcha continua de la razón, y el sujeto histórico es abstracto, es el “sujeto en sí”.

Sin embargo, este modelo de análisis de la realidad no fue capaz de abarcar las instancias concretas de la vida social, quedando limitado al dominio de las ideas. Marx toma como propio el modelo dialéctico, invirtiendo, sin embargo, su estructura al establecer que las causas del desarrollo histórico fueron materiales, es decir, sociales, económicas y productivas. Marx desarrolla la concepción pragmática de que la existencia determina la conciencia, del mismo modo que supera el determinismo subyacente en el materialismo tradicional de Feuerbach, que también había influido en su pensamiento. Establece lo que él llama “naturalismo o humanismo consecuente” que se diferencia tanto del idealismo como del materialismo, “constituyendo al mismo tiempo su verdad unificadora” (MARX, 2006, p. 182). Este método de análisis de la realidad, basado en un constante devenir cuyas raíces son las condiciones materiales de existencia, se denominó convencionalmente materialismo histórico-dialéctico: la sociedad se estructura a partir de las relaciones económicas correspondientes a cada período histórico, cuya evolución se desarrolla dialécticamente. Tal concepción de la historia implica la necesidad de una reformulación radical de las perspectivas socialistas, que aún carecen de base científica. Marx critica el socialismo utópico de Proudhon – que creía en una evolución espontánea de la sociedad – oponiéndose a la idea de que la eficacia del socialismo dependería de la acción decisiva del proletariado como clase revolucionaria: el proletariado es el corazón de la emancipación (MARX, 2006, p. 59).

El motor de la historia sería por tanto la lucha de clases, es decir, la historia se mueve a través del antagonismo entre las clases sociales de cada período histórico. La transición de un modo de producción2 a otro sucede cuando el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas entra en contradicción con las relaciones sociales de producción. Este fue el caso del sistema esclavista, con la oposición entre amos y esclavos; en el feudalismo entre señores feudales y siervos y en el capitalismo entre burguesía y proletariado. Según Marx, el capitalismo, por sus propias contradicciones, generadas dentro de su organización, inevitablemente colapsaría, dando lugar a una etapa intermedia, la “dictadura del proletariado”, sustituida luego por el comunismo, en cuya organización no habría clases sociales ni el Estado, suprimiéndose la propiedad privada de los medios de producción. El comunismo representaría el momento histórico en el que el trabajo podría resurgir como elemento emancipador en el que el hombre se autoproduce a través de su acción libre y consciente sobre la realidad.

 

2 Modo de producción es la forma en que se organiza la producción material.

 

Sin embargo, las distorsiones, los malentendidos o simplemente el desconocimiento de los conceptos fundamentales del marxismo acaban erigiendo una barrera aparentemente indeleble, cuya transposición se hace necesaria para una aprehensión teórica coherente y libre de prejuicios.3 El primer gran error, y quizás el más extendido, se refiere a la interpretación errónea del “materialismo” de Marx, que se manifiesta bajo el alegato de que, para el marxismo, la suprema motivación psicológica del hombre sería la satisfacción de sus necesidades materiales básicas; descuidando el valor del individuo al negar sus instancias culturales, espirituales y estéticas, convirtiéndolo, finalmente, en un autómata sin personalidad. Fromm (1979, p. 15) señala que la imagen popular del materialismo marxista,  de su tendencia anti-espiritual y deseo de uniformidad y subordinación es completamente falsa: “La meta de Marx era la emancipación espiritual del hombre, su liberación de las cadenas del determinismo económico, su reintegración como ser humano, su capacidad de encontrar la unidad y la armonía con sus semejantes y con la naturaleza”.

 

3 A pesar de las críticas que recibió Marx, el desconocimiento sobre su obra era tan grande en Occidente que la primera versión en inglés de Philosophical Economic Manuscripts, su principal obra filosófica, fue publicado solo en 1959, a partir de una traducción al ruso.

 

Paralelamente a esta estrecha interpretación del materialismo marxista, aparece la contradictoria crítica al carácter utópico del socialismo, que no reconocería el deseo de ganancias materiales o la posibilidad de “ascensión social” como los únicos incentivos  efectivos para que el hombre trabaje. En efecto, se acusa al marxismo, desde el mismo punto de vista, a veces de ser excesivamente materialista, a veces de ser ingenuamente utópico. Es decir, las razones que llevan a considerar que la concepción de la historia intrínsecamente ligada a las cuestiones materiales de la existencia es incompatible con la tradición religiosa y espiritual de Occidente, son paradójicamente las mismas que se utilizan para sostener que el sistema capitalista corresponde a la naturaleza humana (centrado en la búsqueda de ganancias materiales), y que, por lo tanto, el capitalismo es superior al socialismo “visionario” (FROMM, 1979, p.16).

Otra razón central del problema de las interpretaciones erróneas del marxismo, sin duda, se debe a las tergiversaciones que ocurrieron en los países socialistas, que intentaron convencer al mundo de que sus prácticas correspondían fielmente a las teorías de Marx. Sin embargo, contrariamente al sistema previsto por Marx, el “socialismo real” no liberó al hombre de las cadenas del determinismo económico, ni lo hizo superar la alienación, sino que lo sometió a un Estado centralizado y burocratizado. La dictadura del proletariado en realidad resultó ser una dictadura rígida sobre el proletariado y la explotación del hombre por el hombre fue sustituida por la explotación del hombre por el Estado. Por lo tanto, la asociación directa y frívola de Marx con los abusos cometidos en los países “comunistas” no puede sostenerse racionalmente, ya que lo que se vio en estas naciones no se parece en nada a la esencia del marxismo. Es posible decir que el socialismo real, por sus contradicciones, no fue más que una peor versión del capitalismo.

 

3. La herencia marxista de Vygotski: el método dialéctico

Liev Siemiónovich Vygotski completó sus estudios universitarios en derecho, filosofía e historia y, aunque nunca recibió una educación formal en psicología, forjó, junto a los psicólogos rusos Aleksandr Luria y Alexéi Leóntiev, una de las teorías psicológicas más fértiles y paradigmáticas. Los estudios de Vygotski sin duda estuvieron a la vanguardia de la investigación en psicología, con el objetivo de analizar los procesos de transformación del desarrollo humano en sus dimensiones filogenética, ontogenética e histórico-cultural. Rivière (1985, p. 11) afirma que el pensamiento de Vygotski fue tan revolucionario que en algunos aspectos aún mantiene su actualidad, mientras que en otros incluso se adelanta a nuestro tiempo.

Los estudios de Vygotski están impregnados de elementos del marxismo, sin embargo, nada sería más erróneo que enmarcarlo entre sus teóricos ideológicos. La relación establecida entre Vygotski y la teoría marxista, elevada a la posición de elemento rector de todo el pensamiento soviético, nunca tomó la forma de una adecuación intelectual.

Vygotski fue, ante todo, un pensador marxista, es decir, utilizó los principios marxistas como elementos de análisis de la realidad, sin dejarse seducir nunca por la pretensión dogmática de subordinar toda la realidad a estos principios. Rivière (1985, p. 16) señala que la familiaridad de Vygotski con la dialéctica como método, así como con los fundamentos esenciales del pensamiento marxista, le impidió desarrollar una actitud reverencial como la impuesta por el estalinismo.

Vygotski emprendió su relación con el marxismo a partir del contacto con los textos de Hegel, Marx y Engels, ocurrido incluso antes de iniciar sus estudios universitarios. Es posible inferir, de esto, que Vygotski vio en el marxismo una herramienta de pensamiento, un subsidio indispensable en la composición de sus teorías. Estableció, como Marx, al hombre como ser histórico, sujeto activo en la construcción de sí mismo y de su propia historia, negando el dogma estalinista del hombre como producto de las circunstancias. Esta perspectiva apuntó a establecer un modelo de investigación psicológica centrado en un estatuto científico, que, sin embargo, no se limitó a formatear la investigación empírica en el universo de los principios marxistas; “contrario al estereotipo de los intelectuales soviéticos que se apresuran a hacer sus teorías de acuerdo a la última interpretación del marxismo elaborada por el Politburó”4 (COLE & SCRIBNER, 1991, pág. 7).

 

4 Del ruso Politícheskie Biuró (Oficina Política), representante del comité ejecutivo del Partido Comunista en la URSS.

 

La efervescencia científica observada en los años posteriores a la revolución rusa estuvo presente en el ámbito de la psicología soviética a través de la relación antagónica entre distintas escuelas, cuyas explicaciones siempre representaron aportes parciales al estudio de los fenómenos psicológicos. Vygotski creía que ninguna de las escuelas de psicología existentes, por sus propias limitaciones teórico-metodológicas, sería capaz de abarcar la complejidad de elementos que se ponen en juego en los estudios psicológicos y, por ello, sus investigaciones buscaron formular una síntesis de concepciones antagónicas desde nuevas bases teóricas. Los conductistas5 y los gestaltistas6 dividieron la psicología en dos esferas aparentemente irreconciliables, una rama con características de “ciencia natural” que podría explicar los procesos sensoriales y reflejos elementales, y otra con características de “ciencia mental”, que describiría las propiedades emergentes de los procesos psicológicos superiores. Lo que Vygotski buscaba era un enfoque integral que permitiera la descripción y explicación de las funciones psicológicas superiores, en términos aceptables para las ciencias naturales (COLE & SCRIBNER, 1991, p. 6).

 

5 El conductismo es el método psicológico experimental que consiste en realizar estudios científicos en hombres y animales, limitándose a la investigación de su comportamiento en respuesta a un estímulo externo,  extrayendo de allí las leyes que los unen, sin ninguna referencia a la conciencia (JAPIASSÚ & MARCONDES, 2006, pág. 28).

6 La teoría de la Gestalt (del alemán Gestalttheorie, teoría de la forma) es un principio psicológico según el cual percibimos siempre un conjunto de elementos. Por ejemplo, cuando vemos algo, vemos al mismo tiempo cierta forma, cierto color, cierta distancia. A este conjunto percibido como un todo organizado, lo llamamos forma, cuyo significado representa una configuración, estructuración u organización (JAPIASSÚ & MARCONDES, 2006, pág. 121).

 

Vygotski afirmó que la corriente “reflexóloga”, cuyas concepciones aparentemente excluían los aspectos psíquicos, condujo a un materialismo puro y por ende al foco implícito de un idealismo dualista en el ámbito general del problema de las relaciones entre mente y materia. Creía, sin embargo, que era posible estudiar las funciones psicológicas superiores sin salir de los límites de la reflexología, siempre que se partiera de la idea de la conciencia como mecanismo reflejo de transmisión (RIVIÈRE, 1985, p. 27).

Para la construcción de una psicología verdaderamente científica, “Vygotski entendió que era necesaria una teoría que mediara entre el materialismo dialéctico, como filosofía del más alto grado de alcance y universalidad, y los estudios sobre fenómenos psíquicos concretos” (DUARTE, 2000b, p. 80). Así, con base en el método dialéctico, Vygotski pretendió identificar los cambios cualitativos en el comportamiento que ocurren en el curso del desarrollo biológico y la relación que establece con el contexto social, teniendo su atención enfocada en el estudio de las funciones psicológicas superiores, típicas de la especie humana. En palabras de Rivière (1985, p. 16), la dialéctica no era para Vygotski un dogma o un catecismo, sino simplemente la estructura misma de su modo de pensar, casi tan natural como respirar, tanto que comprender un problema significaba situarlo en su génesis dialéctica.

Vygotski expone su intención hacia la doctrina de Marx en sus cuadernos inéditos, demostrando la autonomía intelectual que caracterizaría su fecunda producción:

“No quiero descubrir la naturaleza de la mente haciendo una compilación de innumerables citas. Lo que quiero es, una vez que haya aprendido todo el método de Marx, saber cómo la ciencia tiene que estar diseñada para abordar el estudio de la mente” (apud COLE & SCRIBNER, 1991, pág. 9). La adopción manifiesta y consciente del marxismo como sustrato teórico no impidió que Vygotski recogiera elementos de otras corrientes psicológicas. La psicología científica de Vygotski presuponía una crítica al reduccionismo de los estudios psíquicos a categorías marxistas cristalizadas; sin embargo, su crítica también recae sobre los intentos de utilizar el marxismo en teorías psicológicas que le eran ajenas, y,

 

[...] contrariamente a quienes actualmente identifican como dogmatismo la adopción firme y explícita de una corriente teórica y, en consecuencia, identifican como apertura mental la ausencia de una posición firme y explícita, Vygotski entendió esa claridad respecto a los centros fundamentales del marxismo, y la firme adopción de estos fundamentos es lo que podría permitir que los psicólogos marxistas no se cierren a cuestiones formuladas por corrientes de psicología no marxistas (DUARTE, 2000b, p. 81).

 

A pesar de la indiscutible influencia de Marx en el pensamiento de Vygotski, el hecho de que rara vez se lo mencione directamente en sus obras más conocidas sirve de subterfugio para quienes pretenden desvincularlo de cualquier rastro de tendencia marxista. Lo hacen tratando primero de separar la obra de Vygotski de la de Leóntiev, imputando a este último la etiqueta de un mero “repetidor del discurso oficial, alguien que cedió a las presiones de los 'guardianes ideológicos' del marxismo soviético” (DUARTE, 2000a, pág. 163). Señalan erróneamente la inclinación de Leóntiev hacia una supuesta dicotomía marxista entre lenguaje y trabajo, aunque tal separación no existe tanto en Marx como en Leóntiev y Vygotski, quienes desarrollaron su trabajo dentro de la misma corriente de la psicología, sustentados en fundamentos filosóficos marxistas.

Sin embargo, cualquier lector con un conocimiento elemental de los principios filosóficos del marxismo podrá percibirlos perfectamente integrados con las doctrinas expresadas por la psicología histórico-cultural. Así, resulta realmente extraño que tantos investigadores se esfuercen en vincular a Vygotski con corrientes de pensamiento que le resultan tan extrañas (alejándolo, por tanto, del marxismo), desvirtuando por completo su línea de investigación y convirtiendo su profunda teoría en algo sumamente simplista y directo. Tal iniciativa pretende resumir la teoría de Vygotski al énfasis en los signos, acercándola a las concepciones posestructuralistas que reducen todo al choque de discursos (DUARTE, 2000a, 164).

 

4. El trabajo en la perspectiva marxista y su relación con los conceptos vygotskianos de actividad y mediación

De hecho, no fue solo el método marxista lo que influyó en la investigación de Vygotski, sino también algunos de sus conceptos. Podemos tomar como ejemplo la discusión sobre el trabajo presente en Marx y Engels y que fue retomada y desarrollada por Vygotski. En el marxismo, el trabajo aparece bajo dos formas, que conducen a resultados diametralmente opuestos, a saber, como actividad esencial del ser humano y como promotor de la alienación. Engels (1999, p. 04) identifica el trabajo como la condición básica y  fundamental de toda vida humana, hasta el punto de que es posible decir que el trabajo creó al hombre mismo. Análogamente, Marx (2006, p. 117) concibe el trabajo como una “actividad vital”, considerando que la vida productiva es la vida genérica del hombre: mientras que el animal se identifica fácilmente con su actividad, como actividad propia; el hombre “hace de la actividad vital el objeto de la voluntad y la conciencia. Tiene una actividad vital lúcida”. Por tanto, según Duarte (2004, p. 47), es posible afirmar que el hombre actúa libremente en la medida que los procesos sociales son el resultado de decisiones colectivas y conscientes.

Y es precisamente en la acción sobre el mundo objetivo que el hombre se manifiesta como un verdadero ser genérico (MARX, 2006, p. 117), es decir, la naturaleza se le aparece al hombre como su imagen consustanciada a través del trabajo (objetos, herramientas, lenguaje, costumbres). ). En palabras de Fromm (1979, p. 35), para Marx “La historia es la historia de la autorrealización del hombre; no es más que la autocreación del hombre a través de su propio trabajo y producción”. Mediante su intervención en la naturaleza, creando medios para satisfacer sus necesidades, el hombre se distanció de los animales (cuya relación con la naturaleza es directa e inmediata), constituyéndose como tal a través del trabajo. Los procesos dialécticos que diferencian a los hombres de los animales son, por tanto, aquellos capaces de producir historicidad: para el marxismo, el trabajo como instrumento mediador entre el hombre y la naturaleza es la génesis de la historia.

Sin embargo, el trabajo enajenado subvierte esta relación, ya que el hombre, cuando deja de ser propietario del fruto de su propio trabajo (la enajenación del trabajador en su objeto), y también de la actividad misma, en cuanto que durante la jornada laboral no es dueño de sí mismo (alienación del proceso de producción), termina por no reconocerse ni afirmarse a través de lo que produce, dejando de ser actor de su propia historia. La alienación lleva al ser genérico del hombre a convertirse en instrumento de su supervivencia, haciéndole perder la esencia de lo que lo diferencia de los animales, en la medida que abandona su actividad vital consciente.

Vygotski, por su parte, entendió que la actividad no era simplemente una respuesta o reflejo, sino que implicaba un componente de transformación del entorno a través de los instrumentos. En el curso de la historia, las aptitudes, el conocimiento y el conocimiento práctico del hombre se plasmaron en sus logros (materiales, intelectuales, estéticos) (LEONTIEV, 1978, p. 265). De esta forma, el hombre se relaciona con la realidad que lo rodea a través del conocimiento construido por las generaciones que le precedieron, es decir, mediado por los instrumentos materiales y simbólicos presentes en la cultura. En efecto, el concepto de actividad estaba íntimamente ligado al concepto de mediación (RIVIÈRE, 1985, p. 41). El concepto de actividad mediada por instrumentos representa la reanudación de la idea marxista clásica de que la especialización de las acciones realizadas utilizando las manos como “herramientas”, trajo al hombre la posibilidad de ejercer actividades específicamente humanas, ya que “fue el paso decisivo hacia la transición del mono al hombre” (ENGELS, 1999, p. 05).

Al extender el concepto de mediación, desde el ámbito de la interacción humano/ambiente a través de instrumentos, al ámbito del uso de signos, Vygotski actualiza su significado y al mismo tiempo amplía su alcance. Con respecto a la relación entre lenguaje y actividad mediada por el uso de instrumentos, Vygotski (1991, p. 27) señala que el momento decisivo “en el curso del desarrollo intelectual, que da lugar a formas puramente humanas de inteligencia práctica y abstracta, sucede cuando habla y actividad práctica convergen, entonces dos líneas de desarrollo completamente independientes”. Esta conclusión parece muy cercana a la que llegó Engels al analizar la génesis del lenguaje, en la que la convergencia entre la acción transformadora del trabajo y las potencialidades generadas por el desarrollo lingüístico fue decisiva en la constitución del hombre como tal, reforzando aspectos de sociabilidad. La resolución conjunta de problemas relacionados con la supervivencia del grupo, a través del trabajo colectivo, presuponía la posibilidad de intercomunicación, generando un desarrollo que se configuraría como cultura. Engels (1999, p. 12) afirma que “primero el trabajo, y después de él y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se transformó gradualmente en cerebro humano”. Según Duarte (2000a, p. 164), en la concepción marxista, el lenguaje sólo puede existir como elemento integrante de la práctica social, producido y reproducido en ella. Así, Vygotski habría tomado las declaraciones filosóficas de Marx y Engels en términos de hipótesis genéticas concretas, dándoles legitimidad empírica a través de procedimientos experimentales.

Se ve claramente en el paralelismo que se establece entre las investigaciones de Vygotski y las ideas marxistas que el hombre, aunque muy influido por cuestiones biológicas, es un ser socialmente constituido que se construye conscientemente a sí mismo a través de su acción sobre la realidad. Según Rivière (1985, p. 41), el sujeto no está hecho de adentro hacia afuera, no es un reflejo pasivo del entorno ni un espíritu anterior a sí mismo que entra en contacto con las cosas y las personas, al contrario, es el resultado de una relación. En palabras de Vygotski (2000, p.33), el hombre es “la personalidad social = el conjunto de relaciones sociales, encarnadas en el individuo (funciones psicológicas, construidas por la estructura social)”.

La idea de mediación (instrumental y simbólica) estaba intrínsecamente ligada a la génesis histórico-cultural de las funciones psicológicas superiores, que no sólo tienen un origen natural, sino sobre todo una historia social (RIVIÈRE, 1985, p. 42). En última instancia, para Vygotski, el pensamiento psicológico de cada individuo es parte y resultado de la evolución general de la humanidad, sin embargo, este desarrollo no se da de forma aislada, sino que presupone diacrónicamente todo el camino precedente de la historia humana y sincrónicamente la participación del individuo en la vida de la sociedad (MANACORDA, 1992, p. 324/325). Transcrito al ámbito de la psicopedagogía, la concepción de que la personalidad y la individualidad crecen a través de la socialización se traduce en la idea que los niños tienen un potencial cognitivo que trasciende su etapa intelectual inmediata, es decir, tienen una “zona de desarrollo próximo”.

Desde esta perspectiva, la educación no puede pensarse únicamente en función del nivel de desarrollo mental que efectivamente presenta el niño, sino que debe centrarse principalmente en conocer y estimular su nivel potencial.

Si en la ideología marxista el trabajo fue decisivo en la transformación del hombre en un ser histórico, es decir, creador de la historia misma e inseparablemente ligado a ella, y los modos de producción (en oposición entre los actores de las relaciones de producción) se suceden en una relación dialéctica, es justo decir que las concepciones psicológicas de la teoría histórico-cultural, centradas en principios esenciales del marxismo, nos presentan indicaciones en el sentido de superar las contradicciones del sistema capitalista, especialmente la alienación en todas sus formas. El desarrollo de los individuos está condicionado a su interacción entre sí y con el entorno en el que se desenvuelven, es decir, el entorno económico y sociocultural se convierte en un factor determinante: cuanto más pobre es el universo simbólico de un individuo, menores son las posibilidades de un pleno desarrollo de sus funciones psicológicas superiores. Vygotski reitera la complejidad de la formación de la personalidad humana, señalando

 

[...] el carácter de clase y las distinciones de clase como responsables de la formación de los tipos humanos. Las diversas contradicciones internas, que se encuentran en los diferentes sistemas sociales, encuentran su máxima expresión tanto en el tipo de personalidad como en la estructura de la psique humana de un período histórico determinado [...]. De todo ello resulta no sólo que el tipo humano auténticamente único se diferencie y se fragmente en varios tipos, de distintas clases sociales –pues éstas, a su vez, quedan en marcado contraste entre unos y otros–, sino también la corrupción y distorsión de la personalidad humana, así como su sujeción a un desarrollo inadecuado, unilateral, incluso dentro de todas estas diferentes variantes tipológicas humanas (VIGOTSKI, 1930, p. 3).  

 

La percepción de que la separación de los individuos en clases juega un papel destacado en la formación de la personalidad individual ratifica la idea marxista de la necesaria conciencia del proletariado como clase, en cuyas manos están las posibilidades de una transformación radical en la configuración de relaciones sociales y productivas. La superación de las contradicciones del capitalismo y la génesis de una estructura socioproductiva que presenta nuevos paradigmas en las relaciones laborales crearía un hombre nuevo (VIGOTSKI, 1930, p. 12), y el salto a esta nueva composición humana sería tan contundente como el tránsito del hombre primitivo, centrado en la acción inmediata e instintiva sobre el medio, al hombre histórico, creador y criatura de una realidad social históricamente constituida. En este sentido, Vygotski (1930, p. 10) señala el carácter central de la educación en el proceso de transformación del hombre, buscando superar la división entre pensamiento y acción, entre trabajo físico e intelectual, separados durante el proceso de desarrollo capitalista, y que hoy se manifiesta en la tendencia educativa a enfatizar la preparación para el mercado laboral en detrimento de la formación plena del ser humano.

 

5. Consideraciones finales

No hay manera de separar a Vygotski del marxismo, así como sería imposible separar a Marx de la filosofía de Hegel. La influencia de Marx y Engels en la ciencia soviética es paradigmática, aunque para algunos científicos aparecía como un medio (método de lectura de la realidad sociohistórica), mientras que para otros se interpretaba como el principio y fin de toda actividad científica. Vygotski y los demás miembros de la corriente histórico-cultural en psicología tuvieron el coraje de emprender una lectura marxista de los fenómenos mentales, sin enmarcarla herméticamente en la interpretación oficial (y obviamente privada) de los principios marxistas.

La pretenciosa intención de Vygotski era establecer un estudio psicológico sustentado en un estatuto científico, reuniendo las corrientes psicológicas antagónicas que podríamos llamar genéricamente “naturalista” y “mentalista”. El desarrollo de las funciones psicológicas superiores, según Vygotski, no era puramente interno ni se limitaba a acciones reflexivas, sino que se configuraba en la suma entre los factores biológicos y las relaciones que se establecían con el entorno social. El hombre es, por tanto, un ser social, biológica e históricamente determinado, cuya acción consciente sobre la realidad lo construye y lo establece como ser humano. Además, el concepto de zona de desarrollo próximo enfatiza el carácter social del desarrollo intelectual, enfocando en la acción pedagógica la estimulación de lo que un niño puede desarrollar potencialmente, para que la educación no se limite al nivel en el que realmente se encuentra.

Los intentos de relativizar la contribución de Leóntiev, y en consecuencia de Marx, al pensamiento de Vygotski representan una iniciativa en el sentido de legitimar la ideología dominante. Al debilitarse el vínculo que une una teoría tan significativa y actual como la de Vygotski con la matriz marxista que le sirve de base,7 se minimiza la posibilidad de su uso en una acción contra el degradante proceso de alienación denunciado por Marx. El prejuicio contra el marxismo, perpetuado en el sentido común por el desconocimiento de sus presupuestos básicos, hace mirar con reservas todo lo que se relaciona con Marx, o que fue inspirado por él. No se trata de cuestiones de carácter metodológico o intelectual, sino ideológico: Marx es visto como el demonio responsable de todos los errores cometidos en los países socialistas.

 

7 Un análisis profundo y esclarecedor de los intentos de reclutar la psicología de Vygotski por parte de las corrientes “posmodernas” puede encontrarse en Duarte (2000a).

 

Aparentemente, la innegable orientación marxista de Vygotski, y las implicaciones teóricas resultantes, desalientan el estudio de la teoría histórico-cultural, de ahí la necesidad de mutilar su obra, subvirtiendo y simplificando sus presupuestos. De esta forma, rescatar el estatuto marxista de la obra de Vygotski nos parece fundamental para comprender todas sus perspectivas, potenciando mucho su alcance.

Leer a Vygotski desde una perspectiva que excluye los aportes marxistas es leerlo a la mitad, es ignorar su profunda preocupación por la plena realización del ser humano, que está presente tanto en Marx y Engels como en cualquier marxista auténtico.

 

Referencias

CARMO, M. do; JIMENEZ, S. Psicologia histórico-cultural: indicações para uma leitura marxista de Vigotski. Contrapontos. Itajaí, vol. 07 - n. 2, maio/agosto 2007, p. 283-297.

COLE, M.; SCRIBNER, S. Introdução. In: VYGOTSKY, Lev Semionovich. A formação social da mente. 4.ed. São Paulo: Martins Fontes, 1991.

DUARTE, N. As pedagogias do “aprender a aprender”: crítica às apropriações neoliberais e pós-modernas da teoria vigotskiana. Campinas: Editora Autores Associados, 2000a.

______. A anatomia do homem é a chave da anatomia do macaco: A dialética em Vigotski e em Marx e a questão do saber objetivo na educação escolar. Educação & Sociedade. n° 71, junho 2000b, p. 79-115. Disponível em: http://www.scielo.br/pdf/es/v21n71/a04v2171.pdf

______. Formação do indivíduo, consciência e alienação: o ser humano na psicologia de A. N. Leontiev. Caderno Cedes, Campinas, Vol. 24, n° 62, p. 44-63, abril de 2004.

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